Para aprender a hablar
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Dicen los medios, y aquí debo suspender un silencio que es mejor aligerar en sutiles o puntuales intervenciones, que “preocupa” la situación de Bruce Willis. Suelen mantenernos muy al tanto de lo que hace Karol G, de lo que pasa con tal pareja, la de una tal Tejeiro y no sé quién, si mal no recuerdo, o con el actor Róbinson Díaz en estos días, por su contratico para una serie televisiva sobre un campeón del arribismo, el boquisucio y simplista Rigoberto Urán, pero nada de esto realmente le preocupa a nadie. Es parte de un tinglado, y lo sabemos muchos más. Quería decir eso y solo eso. O también que el uribismo ahora anda pavoneándose por las calles de Medellín por haber vuelto al poder en esta ciudad y en Antioquia. “Fuera Petro”, gritan algunos niños muy mal educados, al pie de mi ventana, engañados por sus padres, y engañados estos por la persuasiva, pero insostenible demagogia del neoliberalismo. ¿No se dan cuenta de que el mundo se acabó, que lo que llaman funcional no sirve para nada, que nada de lo acostumbrado tiene futuro, que el mercado acabó con todo? Y quería decir que todo eso está relacionado, porque los medios, y no solo hablo de los medios tradicionales, sino de los medios con poder económico, los medios aliados al poder del gremio industrial y hacendatario, buscan disolver en eso, en su basura, el trabajo serio –y magnificar cuando les conviene los errores– de un movimiento político transformador que ha sentado precedente, el petrismo, digno del más objetivo elogio por vencer a un uribismo desnudado en su mentira e ineficacia, con la radical apuesta por una paz total en Colombia, o sea: una paz con fundamentos en la justicia social y ambiental y en un cambio cultural, un giro en los paradigmas que nos orientan. Si alguien hay por seguir es Petro –él es el verdadero Gran Colombiano–, así sea solo en su asombrosa cualidad deliberativa, aunque yo no sigo a nadie, y voté por Francia Márquez. En cambio, para nada es ejemplar el refranero de Fico, digno del más que desprestigiado, desgastado Uribe: “Plata es plata”, mentalidad del todo estéril, discurso criminal de ídolos con pies de barro, entable vetusto de una Antioquia obsoleta pero terca y empecinada en destruir su propio territorio. Vamos para adelante, señor Presidente, compañeras, compañeros, siempre con los de abajo, que somos todos en la piel, con el río, la tierra y sus habitantes, plantas, animales. Ni la muerte detiene a los verdaderos poetas, a los que sí saben escuchar, franciscanos, y hablar con el mundo, chamanes, y hacer un alto en el camino, un duelo de años por nuestras muertes, y ese canto descalzo, amoroso, sin afán de lucro, que precisa la vida bárbara, la real, la maestra.
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